Castillo palacio de Calatorao en Calatorao, Zaragoza

Resumen

Construido por los musulmanes, la primera edificación tenía varias plantas y un recinto exterior. Conquistado por los cristianos, sufrió modificaciones, posiblemente la forma exterior que presenta actualmente.

Situación

El castillo palacio Calatorao se encuentra en un extremo de la población del mismo nombre, en la provincia de Zaragoza.

Historia

Existen tres documentos de la Alta Edad Media que citan el castillo de Calatorao:

En 1160, en el testamento de Berenguer de Coroge se dice que Pedro A. de Torroja deja a su hermano el castillo de Calatorao que tenía por el Conde de Barcelona.
En 1213 Pedro II recibe 6.000 morabetinos de Doña Urraca de Buñol por el Castillo y Villa de Calatorao y seguidamente lo dona al Prior y Cabildo de Santa María la Mayor de Zaragoza (El Pilar).
En 1128 Lope Garcés II de Estella, es el tenente del Castillo de Calatorao en nombre de Alfonso 1 hasta 1133.

Si hay dudas sobre la fecha de edificación, mayor desconcierto existe al decidirse por el grupo social que lo hizo, se le han dado 4 soluciones, todas ellas con algún fundamento, los romanos, los musulmanes, los cristianos y los Priores del Pilar.

Los romanos y los Priores hay que descartarlos, a los primeros porque la planta cuadrada del edificio no es lo suficientemente perfecta como para ser obra romana y los segundos porque en 1213 ya les donan el castillo edificado y lo que van haciendo es obras de reparación.

Los cristianos, de ser cierto, tuvieron que edificarlo entre 1119 y 1128, fechas de la conquista por Alfonso I y de la posesión del mismo por su primer tenente. Esta teoría puede basarse en que en los Anales de la Corona de Aragón, J. Zurita únicamente nombra a Zaragoza (1118), Epila, Ricla y Calatayud (1120). Hay que suponer que Alfonso 1 no iba a gastar el oro que necesitaba en sus conquistas para construir un castillo en una zona ya pacificada, los castillos se edifican en las fronteras y cuando existía peligro de guerra, Calatorao no está en ninguno de los casos porque, con los musulmanes la guerra se ha trasladado al sur de Aragón, y las guerras con Castilla, Navarra y Francia no han llegado todavía.

Los musulmanes es el grupo que tiene mayores garantías de haber sido los constructores del edificio. Aunque no hay constancia escrita, ni se cita en las listas de castillos elaboradas por Al-Razí y AI-Udri, en su relación de castillos árabes en el siglo IX.

Repasando la Historia musulmana de la comarca y dando la fecha del año 714 para la conquista de Zaragoza por Muza, consolidada la conquista pasan unos años de tranquilidad, en estos primeros años no se hizo necesaria la construcción de castillos, por la ausencia de peligro cristiano arrinconado en el Pirineo.

Zaragoza creará los primeros problemas al Emirato de Córdoba, una familia muladí (visigoda convertida al islamismo), los Banu-Qasi que partidarios de los Omeyas se alzarán contra el poder central de Al-Andalus cuando hayan alcanzado suficiente poder, y esto mismo volverá a repetirse en el año 771 contra Abderramán, el Emir de Córdoba no vacila y en persona reprime la rebelión.

A partir de esta fecha continuas rebeliones de Zaragoza y Calatayud harán necesaria la fortificación de esta zona. En el siglo X, vuelven a ser los Tuyibíes los que se rebelan, y a principios del siglo XI aprovechándose del fracaso de la unidad Musulmana en España constituyen la Taifa de Zaragoza.

A esta familia sigue la de los Banu-Hud que en estos tiempos de guerra entabla negociaciones con Castilla aceptando su protección. Alfonso VI se acercará a Rueda en 1083 sufriendo una emboscada al entrar al castillo que casi le cuesta la vida.

La Villa se encuentra entre los Distritos Musulmanes de Calatayud y Zaragoza, y aún cuando parece más afín con Calatayud, el de Zaragoza cuenta con la proximidad de su Castillo de Rueda en el que frecuentemente se refugian en caso de peligro abandonando la capital. No dudan desde su castillo de Rueda en hacerse tributarios de Castilla, incluso contra sus propios hermanos de raza, los almorávides.

En este ambiente de guerras, conspiraciones y expediciones de castigo, la construcción del castillo de Calatorao fue algo necesario en el periodo de tiempo que media entre finales del siglos VIII y finales del XI.

Concluyendo, parece ser obra musulmana de la época de los enfrentamientos entre las familias de los Banu-Qasi, los Tuyibies o los Bani-Hud, los dos últimos con más certeza.

Descripción

La primera obra árabe constaba de un edificio de varias plantas (la parte de la Barbacana) y un recinto exterior. Los muros son de gran espesor (1 metro a 1,30 en algún caso) y de tapial o mampostería (es la más clara alusión a castillo de tierra). Los muros de la barbacana, de la iglesia y parte de la puerta se diferencian del resto por sus cimientos reforzados de piedra de Calatorao, lo que da idea de la mayor importancia de estas dos alas. La menor altura de las ventanas de la pared de la iglesia, indican su construcción posterior (para igualarla, en 1509 se recrecieron los muros).

La planta cuadrada tiene un gran parecido con las plantas de la Aljafería y otros palacios musulmanes. La pared de la plaza y la del jardín son de inferior calidad y dedicadas a cuadras y servidumbre, tal vez formaban el recinto de protección que luego se amplió con abitaciones.

Sufrió modificaciones con los cristianos, posiblemente la forma exterior de la actualidad. Su recubrimiento de ladrillo, patio de luces y galería de arcos renacentista puede ser la obra realizada por el Cabildo aunque no existan datos conocidos más que de su reforma de 1504 y 1509.

Estado de conservación

El de Calatorao es uno de los pocos castillos que quedan en la provincia de Zaragoza en condiciones de habitabilidad, sin que hasta la fecha se hayan hecho en él grandes obras para su mantenimiento.

¿ Por qué se ha mantenido en pie y no fue arrasado por el rey o por el tiempo como tantos otros ?
Los reyes de Castilla y Aragón tardan mucho en dar el derecho hereditario para una baronía, al contrario de lo que ocurre en Europa y Cataluña, y cuando lo hacen es una entrega del castillo de por vida pero sin derecho a herencia. Los primeros que reciben este derecho son sus hijos bastardos, con la oposición de la nobleza que acusa al Rey de Contrafuero.

El Señor tiene su baronía o castillo por la buena voluntad del Rey, cuando el Señor se rebela se arrasa su castillo y sus tierras confiscadas se entregan a otro noble.

Los Reyes Católicos tampoco aceptan la rebelión de los nobles encastillados en sus dominios, pero saben atraerse a los Señores a la Capital donde edifican magníficos palacios renacentistas.

El Castillo de Calatorao se cataloga entre los Castillos-Palacio, en su interior imita un palacio renacentista con su patio de luces, escalera claustral, galería de arcos aragonesa, y su dueño, el Prior y Cabildo del Pilar supo mantenerse al margen de las intrigas cortesanas. Su posición fue siempre al lado de los Reyes de los que continuamente recibían favores.

Esta política del Señorío del Pilar evitó su destrucción.

Los Señores abandonan los castillos para ir a su palacio de Zaragoza, este abandono del castillo como vivienda provoca su abandono y destrucción progresiva, cosa que no ocurre en este caso porque hasta la desamortización y después de ella estuvo habitado.

Propiedad y uso

Es propiedad del Ayuntamiento de Calatorao.

Visitas

El acceso es libre, con permiso del consistorio. Teléfono del Ayuntamiento de Calatorao (976) 607 111.

Protección

Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Alrededores

Más información sobre Castillo palacio de Calatorao en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
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Más información sobre la provincia de Zaragoza en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
Más información sobre la comunidad de Aragón en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).

Libros y publicaciones

Desde mi Almena (Dramatización de la vida del castillo de Calatorao). Cuadernos Barbacana nº 1, , Agosto 1998
Castillos de España (volumen I), VV.AA., Editorial Everest, S.A., León, 1997, (Pg. 473)