La Batalla de Pavía (1525):
La epopeya que hizo a España dueña de Italia


La batalla de Pavía en 1525 enfrentó las monarquías española y francesa por el control del ducado de Milán. El ejército imperial, liderado por Antonio de Leyba y reforzado estratégicamente, derrotó a las fuerzas francesas y capturó a su rey, Francisco I, marcando un hito, debilitando a Francia y consolidando el dominio español en Italia.

El conflicto entre las monarquías española y francesa culminó en la Batalla de Pavía en el año 1525, marcando un hito en la lucha por el control de Italia y consolidando la posición de España en la región. Estaba en juego el estratégico ducado de Milán, reclamado por el rey francés Francisco I como compensación por la elevación de Carlos V al trono imperial.

El escenario se gestó cuando, a finales del año anterior, Francisco I invadió el norte de Italia con un ejército imponente de 30.000 hombres, logrando la entrada triunfal en Milán el 25 de octubre. Reforzado con contingentes suizos e italianos, dirigió sus fuerzas hacia el sur para sitiar la plaza de Pavía, defendida por el español Antonio de Leyba y aproximadamente 6.000 soldados.

Francisco I, al frente de sus tropas y un impresionante convoy de artillería, desplegó tácticas para cercar completamente Pavía y poner a prueba la resistencia de los defensores. Sin embargo, obstáculos como asaltos fallidos y condiciones climáticas adversas, que convirtieron el campo en un barrizal, llevaron a los franceses a considerar la posibilidad de retirarse a Milán para pasar el invierno.

A pesar de estas adversidades, la inteligencia militar fue clave. Espías informaron a Francisco I sobre el descontento y la posible sublevación de la guarnición imperial debido a la falta de pagos. Leyba, consciente de esta amenaza, se vio obligado a confiscar la plata de las iglesias y fundirla para cumplir con el pago a sus tropas. Mientras tanto, en Lodi, a unos veinte kilómetros al este, el ejército imperial recibió un refuerzo de 12.000 alemanes reclutados en Austria por el duque Carlos de Borbón, un noble francés al servicio de Carlos V, incluyendo a los aguerridos lansquenetes de Jorge de Frundsberg.

Carlos de Lannoy, virrey de Nápoles, tomó el mando de las fuerzas imperiales y se preparó para socorrer Pavía. A principios de febrero, acampó al este del parque de Mirabello, donde Francisco I había establecido su campamento fortificado. Subestimando el peligro, el rey francés desafiaba a los españoles preguntando, en tono despectivo, "¿Dónde están aquellos leones que vos decíais?" El almirante de Francia respondió con sarcasmo, advirtiendo sobre las consecuencias si dejaban vestir a los españoles.

A pesar de la confianza de Francisco I en la descomposición inminente del ejército imperial por la falta de dinero o un levantamiento italiano a favor de Francia, la situación cambió. En febrero de 1525, el bando francés perdió 6.000 mercenarios suizos y 2.000 italianos, equilibrando las fuerzas en alrededor de 25.000 hombres por cada bando.

Con la fortaleza de las posiciones francesas, los imperiales optaron por tácticas de guerrilla nocturna durante tres semanas, presionando a los sitiadores y acostumbrándolos a falsas alarmas. Sin embargo, la escasez de dinero y provisiones en el campamento imperial llevó a una decisión crucial. Los relatos de la época destacan la desesperación, llegando al punto de recibir apenas "un panecillo pequeño al día".

La idea inicial de retirarse de Pavía fue descartada por el marqués de Pescara, al mando de la infantería, argumentando que los franceses no permitirían una retirada sin perseguirlos. Optaron por anticiparse y atacar el campamento francés. La batalla se fijó para el día siguiente, y Pescara, dirigiéndose a los españoles, pronunció palabras que resumirían la situación: "De toda esta tierra solo la que tenéis bajo los pies podéis contar por amiga", señalando el campo francés, agregó: "Si mañana queremos tener que comer, allí lo hemos de ir a buscar".

La noche del 23 de febrero de 1525 marcó el inicio del plan estratégico imperial. Dos compañías españolas destacaron para abrir brecha en el muro norte del parque de Mirabello, donde Francisco I resguardaba buena parte de sus tropas. El resto del ejército, con camisas blancas sobre las armaduras para distinguirse del enemigo, se movilizó hacia las brechas después de incendiar su propio campamento. Los franceses, al observar el fuego, interpretaron erróneamente que el ejército enemigo se retiraba.

Después de un arduo trabajo, las tropas imperiales derribaron parte del muro de Mirabello y lograron penetrar en su interior antes del amanecer. Con unas fuerzas compuestas por 20.000 infantes y 2.000 caballos, los imperiales llevaban la iniciativa. Mientras tanto, los franceses, desplegados en el parque, contaban con 5.000 infantes y 1.000 caballos en su ala derecha, y 6.000 infantes y 3.000 caballos en la izquierda. Otros 10.000 permanecían en sus posiciones alrededor de Pavía.

La vanguardia imperial se dirigió hacia el castillo de Mirabello, mientras que el grueso del ejército avanzaba en columna en dirección oblicua hacia el ala izquierda francesa, donde se encontraba Francisco I. Los arcabuceros españoles capturaron fácilmente Mirabello, amenazando con dividir al ejército enemigo. Sin embargo, la respuesta rápida del ala derecha francesa desorganizó la retaguardia imperial, capturando sus cañones, mientras la artillería francesa frenaba su avance.

En este punto, Francisco I, creyendo que la victoria estaba a su alcance, decidió lanzar a sus gendarmes, la elite de la caballería francesa, para dar el golpe final. Aunque la carga fue espectacular, los artilleros se vieron obligados a suspender el fuego para evitar dañar a sus propias fuerzas. La caballería imperial, mayormente española, se enfrentó a la francesa en un feroz combate. Observando que la caballería empezaba a ceder terreno, el marqués de Pescara envió a sus arcabuceros, quienes, aprovechando el terreno boscoso, diezmaron impunemente a los jinetes franceses.

Los arcabuceros, siguiendo la orden de no detenerse en hacer prisioneros hasta que el combate estuviera decidido, dispararon indiscriminadamente, como relató un testigo de la época, "perdida toda piedad que españoles suelen tener, andaban como lobos hambrientos matando cuanto hallaban". Por otro lado, Frundsberg logró reorganizar la retaguardia imperial y repelió el ataque del ala derecha francesa, poniéndola en fuga.

Hacia las 8 de la mañana, los franceses combatían en grupos inconexos, superados en todas partes por las tropas imperiales. Francisco I, buscando desesperadamente la salida del parque, sufrió un revés cuando un disparo derribó su caballo y quedó atrapado debajo. Tres españoles se disputaron el honor de capturarlo, evitando que el monarca corriera la misma suerte que muchos de sus nobles. Finalmente, un caballero del duque de Borbón lo reconoció y lo protegió de la furia de los arcabuceros.

Aunque la batalla había concluido, la destrucción de un puente obligó a los fugitivos franceses a lanzarse sobre el río Tesino, incrementando aún más las pérdidas del ejército francés. Como relataba una crónica italiana de la época, "preso el rey de Francia, presos y muertos la mayor parte de sus capitanes y nobles, cerca de 15.000 personas entre muertos y ahogados en el Tesino, todo su ejército disipado, era cosa de admirar".

La Batalla de Pavía, librada el 24 de febrero de 1525, marcó un giro determinante en la lucha por el control de Italia, consolidando la posición de España en la región y dejando una huella imborrable en la historia militar europea. La captura de Francisco I y la derrota contundente de las fuerzas francesas aseguraron la supremacía imperial en la península itálica durante los años siguientes.




Los franceses son perseguidos por los soldados españoles durante la batalla de Pavía. Tapiz de Bernaert Van Orley. Siglo XVI.

Los franceses son perseguidos por los soldados españoles durante la batalla de Pavía. Tapiz de Bernaert Van Orley. Siglo XVI.

La información de este sitio web ha sido recopilada de diversas fuentes. Es posible que no esté actualizada, sea incompleta o contenga errores. El usuario es el único responsable del uso que realice de ella. Si encuentra algún error, tiene información adicional, es autor de fotografías, artículos, etc. sobre este tema, puede colaborar contactando por correo electrónico.