Castillo de Iznájar


Castillo de Iznájar

Castillo de Iznájar


Código: CO-CAS-007
Comunidad: Andalucía
Provincia: Córdoba
Municipio: Iznájar
Localidad: Iznájar
Castillo


Resumen

El castillo musulmán era una antigua fortaleza de época musulmana que comenzó a erigirse en el siglo VIII (probablemente por pobladores hispanogodos). En el siglo XVIII fue transformó para adaptarlo como vivienda del administrador del Duque de Sesa, función que mantuvo hasta principios del siglo XX. Los muros de sillería que lo delimitan llevan torres cuadradas en las esquinas, y entre ellas destaca la del homenaje.


Situación

El Castillo de Iznájar se alza a 533 metros de altura sobre el gran cerro de piedra caliza en el que se asienta la Villa del mismo nombre, en la provincia de Córdoba.


Historia

Se desconoce a ciencia cierta la fecha de construcción del castillo de Iznájar, y existen varias hipótesis que tratan de explicar su origen. Según un manuscrito de finales del siglo XVIII, realizado para el diccionario de Tomás López, el castillo fue construido por los árabes en el año 726. Pero para el cronista oficial de la villa de Iznájar, don Ángel Aroca, su construcción comenzó hacia el año 742, cuando una división de árabes del Jordán recibió como territorio de asentamiento la cora de Rayya. Por otro lado, algunos historiadores piensan que el origen de este castillo no está siquiera en los primeros años de dominación árabe, sino que el núcleo original debió construirse en época visigoda, habiendo incluso quien afirma que pudiera ser de origen anterior, quizás ibérico o romano.

Se sabe que antes de la llegada de los musulmanes a la península Ibérica ya existían fortificaciones, citadas en los textos con los nombres de Castra o Turrus. Los orígenes de la mayoría de los castillos de la comarca son muy antiguos, remontándose sus primeros vestigios a los romanos y algunos anteriores. Unos sufrieron reconstrucciones posteriores y otros fueron construidos por los almohades, quienes aprovecharon todo lo útil de épocas anteriores. Hay numerosos ejemplos de castillos importantes durante periodo de dominación musulmana, pero que tienen origen romano. El castillo de Belda, en Cuevas de San Marcos, ya era citado por Ptolomeo, el de Alcahudete es de origen romano convertido en árabe, el de Priego fue reedificado sobre otro anterior romano, el de Algar, aldea del término municipal de Carcabuey, fue construido en una colina escabrosa y era citado en las fuentes latinas como castella, la fortaleza de Carcabuey fue edificada sobre un castellum romano en la segunda mitad del siglo IX y la Torre de Zambra (Cisimbrum) tiene también un origen romano y era citada por Plinio.

Lo más probable es que el castillo de Iznájar existiera con anterioridad a la llegada de los árabes a la península, aunque su estado debía ser ruinoso y éstos se encargaron de reconstruirlo en fecha no determinada. También es muy probable que el origen del castillo fuera un oppidum ibérico, circunstancia que pone de manifiesto la aparición de un exvoto ibérico en la Plaza Nueva o las puntas de flecha encontradas dentro del mismo recinto del castillo. Un indicio importante que apunta en este sentido son los restos de las edificaciones que aún se conservan de la fortificación, y el tipo de obra, muros de sillería. En la construcción del castillo se aprecia el predominio de sillares de arenisca y de argamasa, obra propia de romanos y visigodos, careciendo por completo del empleo de ladrillos en su cimentación. Bajo la torre del homenaje, en el recinto murado, se aprecian los sillares almohadillados propios de las construcciones ibéricas y romanas. Las fortificaciones andalusíes, por contra, suelen ser de tapial y sin almenas, empleando en general el ladrillo, y la sillería solo en puertas, esquinas o contrafuertes. Todo ello induce a pensar que los orígenes del castillo pasaron por manos de visigodos, romanos, e incluso íberos.

Las primeras referencias históricas al castillo de Iznájar se encuentran en las crónicas árabes con el nombre de Hisn Ashar. En el año 886 el emir al-Mundir envió la caballería cordobesa al mando de Asbain ibn Futais contra los muladíes sublevados por Umar Ben Hafsún. El asedio debió ser muy duro y la conquista difícil y sangrienta, debiendo sufrir las murallas los duros envites del enemigo, que consiguió demoler parte de ellas, penetrar, tomar el castillo y matar a sus defensores. A los dos años murió el emir sucediéndole Abd Allah y la fortaleza volvió a tomar partido por ben Hafsún, sufriendo los asedios del nuevo emir. La represión durante estos años debió ser muy dura como muestra el hecho de que en el año 912 los habitantes asesinaran a su gobernador Fasl ben Salama que se había sumado a la causa muladí enviando su cabeza a Córdoba en señal de obediencia.

Al acabar Abd al-Rahman III con la sublevación muladí y una vez pacificado al-Andalus el castillo, que debió quedar maltrecho tras una época de luchas continuas, fue reconstruido, correspondiendo a esta época la mejor restauración realizada en los lienzos de murallas. Hacia el final del califato los bereberes proclamaron califa a al-Mustain, dividiendo parte del territorio entre los jefes de las tribus que le habían ayudado. A los Ziries les correspondió el reino de Granada, repartiéndose las tierras para evitar conflictos entre ellos. Iznájar y Jaén tocaron a Habus ben Maksan que vino a instalar su corte aquí sobre el año 1010, creando un pequeño reino taifa con capital en Iznájar. Al parecer estuvo instalado en el castillo hasta el año 1025, en que tras abandonar Granada su tío Zawi ben Ziri, los bereberes lo reclamaron y tuvo que trasladarse a la capital.

Hacia el año 1080, el último soberano de los Ziries, Abd Allah, temiendo las invasiones Almorávides y el acoso al que sometían sus fronteras los cristianos, mandó reconstruir y fortificar todos los castillos de su reino, uno de ellos el de Iznájar. Así, la fortaleza fue fortificada fuertemente y protegida, reconstruyendo y ampliando el castillo y protegiendo la almedina con unas fuertes murallas. El primer recinto fortificado y la barbacana son obras de este periodo. Junto al castillo debió surgir un arrabal poblado por civiles, que obligó a construir su primer recinto fortificado para protegerlo. Este abarcaba el actual barrio de La Villa.

El castillo mantuvo su importancia durante la etapa almorávide, almohade y nazarita, según señalaba al-Idrisi, en la segunda mitad del siglo XII, cuando dice que tiene un castillo bien fortificado con una población numerosa y una famosa alcaicería (al-qaysariyya). Entonces, según el citado viajero, Iznájar constituía ya un núcleo de población importante, que periódicamente celebraba un mercado con fama en la comarca. Para esta época el núcleo original se había convertido en una alcazaba, fortificación que era un conjunto militar y de gobierno propio de contextos urbanos, pensada para la protección de la medina y su población dependiente.

Nuevamente en el año 1240, durante la conquista de Rute, Benamejí y Zambra por Fernando III, el castillo volvió a tener protagonismo. En esta ocasión quedó en la línea fronteriza no llegando a ser conquistado, pues ya en el Pacto de Jaén, de 1246, Iznájar queda en la frontera perteneciente al reino granadino. Durante las campañas de 1314 y 1341 por Alfonso XI debió sufrir los asedios de las tropas castellanas aunque en esta ocasión el temor a las lluvias impidió su conquista.

En febrero de 1362 el rey Pedro I, el Cruel, con la ayuda del depuesto rey nazarí Muhamad V abatieron y conquistaron el castillo. Pero cuatro años más tarde, en 1366, fue el propio Muhamad V, tras su reposición en el trono granadino, quién lo recuperó para los nazaríes. Ibn al Jatib en su Ihata, cuenta detalladamente la conquista de la Alcazaba de Iznájar por Muhamad V, narrando el incendio que se produjo en el castillo y los grandes destrozos ocasionados en sus murallas, así como su posterior reconstrucción dejando una fuerte guarnición de arqueros y aprestos de guerra.

Algunos autores apuntan que Fernando apodado el de Antequera durante la campaña realizada en 1410 tomo esta fortaleza para su rey Juan II de Castilla aunque este extremo no es cierto, ni existe ningún documento que lo acredite. Las tropas de Pedro Fernández de Córdoba tomaron definitivamente este recinto en 1434, en dura pugna con los moros que custodiaban la fortaleza. Tras su conquista fue reconstruido nuevamente y el rey castellano encomendó la custodia y defensa de la fortaleza al alcaide de Cabra don Pedro Fernández de Córdoba.

La palabra Iznájar procede de la unión de los vocablos árabes Hisn y Ashar. El Hisn tenía en época árabe el significado de castillo en colina, construido normalmente en una elevación del terreno que dominaba todo su contorno. Ashar por el contrario no tiene un significado concreto, pues aunque el profesor Asín Palacios tradujo este nombre por alegre, bien pudiera tratarse de un antropónimo (nombre de persona) y su origen sea anterior a la época árabe. En la Historia de España de Menéndez Pidal encontramos Iznájar como un topónimo árabe, donde Ashar es el ejemplo de pervivencia del viejo nombre ibérico o romano: Esta palabra entraba a veces en la composición de un topónimo puramente árabe (como Hisn al-lawz = Iznalloz o Hisn al-qasr= Aznalcazar) pero por lo común, el viejo nombre romano o ibérico subsistía sin modificación precedido o no de la palabra hisn por ejemplo, Iznájar, en la región de Granada, correspondiente al topónimo árabe Hisn Ashar.. Sobre este última información, hay que puntualizar n que Iznájar no se encuentra en Granada, sino que pertenece a la provincia de Córdoba.


Descripción

El núcleo original del castillo está formado por una torre y una estancia originariamente rectangular de buena cantería, con gruesos muros y sillares a soga.

Las estancias subterráneas de la torre están cubiertas mediante bóvedas de semejanza visigoda, como puede verse en Santa Eulalia de la Bóveda, Santa Comba de Bandes, la Cripta de San Antolín, etc. También tiene carácter visigodo el despiece del arco de entrada a la cámara principal, que culmina con la unión de dos dovelas en lugar de hacerlo mediante la clave, característica de mediados del siglo VIII.

Este núcleo original sería el primer templo cristiano que debió hallarse emplazado en el sector central del poblado íbero-romano y en el punto más eminente del mismo, y en el mismo edificio o quizá en el inmediato a la torre continua del que todavía resta una buena parte, aunque con adiciones posteriormente superpuestas y que acusan menor antigüedad. Las obras de cimentación de la muralla medieval cortaron estos niveles destruyendo parte de las estructuras, que posiblemente corresponden a parte del asentamiento humano situado en la ladera del cerro. Este descubrimiento es muy importante para confirmar arqueológicamente el hábitat que se suponía en el lugar desde épocas antiguas.

La entrada se realiza a través un arco de medio punto formado por seis dovelas apoyadas sobre salmedes convexos y muy desarrollados. El paso del muro está cubierto por un dintel, y presenta a ambos lados huecos rectangulares para albergar las puertas y que éstas no obstaculizaran el paso cuando estuvieran abiertas. Este sistema se utilizó también en las puertas de entrada de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave (Zamora), que data de finales del siglo VII. El único vano que da luz es una saetera cubierta por una bóveda de medio cañón. Los vanos de luz son igualmente característicos de iglesias como la citada, o las de Quintanilla de la Viñas (Burgos) y San Juan de Baños (Palencia).

La puerta del castillo conducía directamente al patio de armas, pues el recodo que se advierte en el plano es consecuencia de la construcción de un zaguán a fines del siglo XVIII. Su datación es probablemente nazarí, con arco rebajado, como el de la puerta de Siete Suelos de la Alhambra. Aquí se observa muy claramente otra de las características más singulares de los castillos califales, que son las puertas de costado o accesos en zig-zag para evitar los golpes de ariete. El Estado Omeya construía fortalezas de planta cuadrada, con torres cuadradas en los ángulos y rectangulares en los paños de muralla, con puerta de acceso directo, que continuaría durante la época califal (casos de Álora y Marbella). Una de las características de los castillos andalusíes es la colocación de una torre exenta y más alta que la muralla en una esquina, para proteger la entrada principal del castillo, torre que algunas veces estaba unida al lienzo de muralla, como en el caso de Iznájar, y cuya misión era hostigar al enemigo, por lo que es posible la existencia de una antepuesta en la unión de la prolongación de la barbacana con dicha torre.

La torre del homenaje se sitúa al lado de poniente, es la principal del castillo, la más alta y fuerte, y emplazada en el lugar de más fácil defensa. Era el lugar más protegido y en caso necesario podía convertirse en el último núcleo de resistencia. En ella residían los responsables del castillo. Esta torre es maciza en su primer cuerpo y se accede a ella desde el adarve a través de una puerta adintelada. En su interior, en la parte superior, hay una pieza rectangular cubierta por una bóveda esquifada, de la que arranca la escalera para subir a la cubierta almenada.

El castillo debió estar protegido por un foso seco, denominado también hoyo de lobo o trinchera, como se aprecia en la base de la torre del homenaje, espacio que fue posteriormente rellenado formando la liza. El foso seco se prolongaría por delante de la puerta, donde se situaría el puente levadizo.

El castillo contaba también con el adarve (darb o durub en plural), que entre los siglos XIII al XVI era un muro o muralla interpuesto como defensa, y que a partir de esa fecha se empezó a denominar al paso que va por encima de la muralla.

Junto al adarve meridional o camino de ronda se encuentra el aljibe de planta es cruciforme, pues de la pieza central cuadrangular parten cuatro galerías cubiertas por bóvedas de medio cañón. A través de la torre se accede a la albacara o patio de armas, de forma trapezoidal, donde se encuentra un magnífico aljibe de sillería de piedra caliza, de planta cuadrada, con un gran pilar rectangular en el centro, del que voltean cuatro arcos apuntados góticos también de sillería, de gran esbeltez y altura, que dan un aire grandioso al depósito de agua. La cubierta se encuentra pavimentada con guijas de rió, formando un dibujo radial, con cantos rodados negros que, partiendo desde el centro, asemejan los rayos solares, y donde existen unos sumideros circulares de piedra, formando un conjunto muy interesante y digno de un estudio pormenorizado. Los arcos al ser apuntados llevan la atención hacia el siglo XV en la época gótica, sin embargo es posible que este aljibe o depósito de agua haya sustituido a otro de época islámica situado en este lugar, o que el depósito musulmán se encuentre en otro punto del castillo. También junto al aljibe y bajo el subsuelo del patio de armas, existe un gran espacio abovedado con sillares y suelo de forma cónica, cuya utilización. posiblemente, fuese de silo. El pavimento del resto del patio de armas es también de cantos rodados claros, formando franjas con hiladas de cantos rodados negros.


Materiales de construcción

El castillo está construido en piedra de sillería, con sillares de tamaño mediano al exterior. En los muros de fábrica de los sillarejos se observa una especial colocación, a espiga vertical entre tongadas de dos o tres hiladas de sillarejos, forrados después con hiladas de mampostería. Las torres llevan en sus esquinas sillares de piedra colocados alternativamente por sus lados largo y corto. El aparejo está trabado con mortero de argamasa. Finalmente, el paramento exterior de los muros estaban fue mediante un enlucido, pero este enlucido sólo se conserva en algunos puntos. Sobre la coronación de las fabricas de sillares de piedra se ejecutan las almenas con argamasa, enfoscada con mortero de cal y arena. Estos sillares son de rocas sedimentarias de finales del Terciario, del Mioceno Superior, denominada calcarenita, roca calcárea cementada a veces con gran cantidad de fósiles petrificados. La torre del homenaje es de tapial, y con piedras labradas en su parámetro.


Estado de conservación

Tras la compra del castillo por parte del Ayuntamiento, se llevaron a cabo tareas de limpieza y restauración que permitieron su apertura al público durante algún tiempo. Pero actualmente se encuentra en un estado de ruina lamentable, por lo que no se permite la entrada al recinto.

En el trascurso de las tareas de desbroce llevadas a cabo se localizaron restos de cerámica, puntas de flechas y balas de cañón. Otros restos arqueológicos fueron encontrados por los propios obreros en las tareas de desescombro. La Corporación municipal reconoce que actualmente las condiciones de conservación son pésimas y se está deteriorando a un ritmo vertiginoso, y con el objeto de paliar en parte la situación, ha aprobado en fecha reciente una propuesta de actuación para su conservación y restauración. Esperemos que su puesta en marcha no se demore demasiado y en un futuro próximo podamos celebrar la recuperación de una parte importante de nuestro patrimonio histórico.


Propiedad y uso

El castillo pertenece al municipio de Iznájar desde el año 1991, cuando el Ayuntamiento lo compró por 6.000.000 de pesetas a los herederos de los condes de la Revilla.


Protección

Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.


Alrededores

Más información sobre Castillo de Iznájar en Monumentalnet (www.monumentalnet.org).
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Fortificaciones próximas


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Fecha de última modificación: 2023-11-09




							
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